Las empresas emergentes crecen a ritmos mayores que las pymes porque quieren liderar un mercado global en poco tiempo, apenas unos años. Además, venden tecnologías innovadoras en un mercado que a veces no está preparado para recibirlas.
El fracaso es no conseguir el éxito, ¿no?
¿Y qué es el éxito?
Socialmente en el mundo de las startups es conseguir inversión de fondos de venture capital, (cuanto más grandes y más extranjeros mejor) para luego vender la empresa por una gran cifra de millones.
No obstante, hay varios aspectos que son de gran importancia y que muchos emprendedores y startups no tienen en cuenta:
- ¿Tener éxito es tener una empresa que gane dinero y sea rentable cada mes?
- ¿Tener éxito es crear un negocio que aporte valor y soluciones a sus clientes?
- ¿Tener éxito es hacer algo que amas y que te hace sentir bien?
- ¿Tener éxito es poder tener una empresa y a la vez una vida privada «rica»?
Cambia totalmente la perspectiva desde un emprendedor y desde un inversor.
El emprendedor es quien tiene las ideas y las pone en marcha montando su negocio con la mayor ilusión del mundo, como si de un hijo suyo se tratase.
El inversor es quien pone parte de su capital porque confía en que ese emprendedor lleve su empresa a otro nivel y consiga venderla por muchas cifras, pero no aprecia a la empresa por la cual ha invertido tanto como el emprendedor.
Con esto se puede decir que un emprendedor siente que ha tenido éxito si ha cumplido cualquiera de las definiciones de éxito que hemos nombrado antes.
En cambio, al inversor no le importa si el emprendedor siente que ha tenido éxito, le interesa la definición del éxito socialmente conocida: el poder vender la empresa por una gran cifra de millones.

Para un inversor la aspiración mínima es que el total de sus inversiones en conjunto tengan un retorno no sólo positivo, sino que además genere plusvalías superiores a las que tendría si invirtiera en otros activos de menor riesgo (porque la inversión en startups tiene mucho riesgo).
Y claro, si el standard es que de cada 10 inversiones sólo 1-2 son realmente exitosas (aunque no es en absoluto el único modelo), quiere decir que sólo 1-2 son capaces de generar suficientes retornos para cubrir el resto de pérdidas y además generar beneficios. Pero la pregunta que a menudo no nos hacemos es ¿qué pasa con las otras 8-9?
Pues típicamente 3 o 4 cierran en un periodo de cinco años, 4-6 se convierten en «malas inversiones» (no generan retornos suficientes para cubrir el riesgo asumido) y 1 o 2 generan esos grandes retornos de los que hablábamos.
Pero la clave está en entender cuales son esas 4-6 empresas: a menudo son compañías que no han podido hacer realidad ese alto potencial de crecimiento, y que aunque hayan alcanzado la rentabilidad, no tienen una forma de devolver el dinero a sus accionistas, por eso se dice que “fracasan”.
Es decir, no son compañías que a priori vayan a ser compradas, en las que vaya a invertir un gran fondo o que se planteen salir a bolsa…. pero son compañías rentables y que incluso pueden estar creciendo, aunque no de forma explosiva.
En conclusión, no es cierto que 9 de cada 10 startups fracasan, ¿o si? En este caso no se puede decir que sea blanco o negro. Cada uno tiene su opinión, dependiendo de la perspectiva con la que lo mire.
¿Y tú qué crees? ¿Esas empresas fracasan o son exitosas? ¿Eres emprendedor o inversor? ¡Te leemos en comentarios!